El Día del Agua en tiempos de crisis climática global
- flogwinczuk
- 22 mar
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Actualizado: 26 mar
Cada 22 de marzo, el Día Mundial del Agua nos invita a reflexionar sobre la importancia de este recurso vital y su creciente escasez en un contexto de crisis climática global. El lema de este año, "Conservación de los glaciares", resalta el papel fundamental de estos ecosistemas en la regulación del ciclo hídrico y la urgencia de medidas efectivas para su protección. Sin embargo, la problemática del agua es multidimensional y trasciende la pérdida de los glaciares: la crisis hídrica global afecta el acceso, la calidad y la disponibilidad del agua potable, con consecuencias directas en la salud, la economía y la justicia social.
El impacto del cambio climático en los glaciares y la crisis hídrica
El cambio climático ha transformado de manera irreversible los patrones de distribución y disponibilidad de agua a nivel global, y Argentina no es ajena a este fenómeno. En línea con el lema que convoca este 2025, los glaciares de los Andes, que representan una fuente primordial de agua dulce para diversas regiones del país, están siendo severamente afectados por un deshielo acelerado. Según el Centro de Investigaciones en Glaciología (CIGA), estos glaciares suministran aproximadamente el 70% del agua en provincias clave como Mendoza, San Juan y La Rioja. Sin embargo, el aumento progresivo de las temperaturas globales ha intensificado el derretimiento de estos cuerpos de hielo, lo que compromete gravemente el abastecimiento de agua para millones de personas que dependen de estos recursos para el consumo humano, la agricultura y la producción energética.
El deshielo de los glaciares no es solo una crisis de abastecimiento; es también un indicador de los efectos más amplios del cambio climático, que se manifiestan en la creciente inseguridad hídrica y en la vulnerabilidad de los ecosistemas que dependen de estos recursos. Esta situación afecta directamente la estabilidad económica de las regiones productoras, sobre todo en un contexto donde la escasez de agua agrava las tensiones sociales y económicas.
Al mismo tiempo, otras problemáticas relacionadas con el cambio climático han comenzado a generar un impacto inmediato y devastador, como las recientes inundaciones en zonas urbanas y periurbanas. Las lluvias intensas en localidades como Bahía Blanca (Buenos Aires), o en las provincias de Santa Fe y Córdoba, evidencian una crisis hídrica que no solo se reduce a la falta de agua, sino que también incluye eventos climáticos extremos como inundaciones y sequías prolongadas. La insuficiente infraestructura urbana para el drenaje adecuado, la deforestación descontrolada y la urbanización desmedida han incrementado la vulnerabilidad de las ciudades ante fenómenos climáticos cada vez más frecuentes y severos.
Las inundaciones y la sequía extrema revelan una falta de planificación y adaptación frente a los cambios, lo que expone las deficiencias en las políticas públicas y la escasa inversión en infraestructura climática. Además, los territorios rurales y urbanos más vulnerables, aquellos con menor acceso a recursos y apoyo institucional, sufren las consecuencias de la inacción gubernamental y la falta de enfoques integrales en la gestión del agua.
El agua como derecho humano y su distribución desigual
El acceso al agua potable es un derecho humano básico, reconocido por la Asamblea General de la ONU desde 2010, pero en Argentina sigue siendo una lucha pendiente para millones de personas. Según el Banco Mundial, alrededor del 20% de la población no tiene acceso regular a agua potable, y en zonas rurales o aisladas la situación es aún más grave, con soluciones precarias que no garantizan ni la calidad ni la continuidad.
Esta crisis no solo se trata de falta de agua, sino de cómo el cambio climático ha empeorado las desigualdades. En algunas regiones, la sobreexplotación de acuíferos y la contaminación agravan el acceso, mientras que en otras, la falta de infraestructura impide una distribución adecuada. Aquí, las problemáticas que mencionamos antes —el deshielo de los glaciares y las lluvias extremas— se suman a un escenario donde las políticas públicas no alcanzan a garantizar la equidad en el acceso al agua.

Frente a esta crisis, es necesario fortalecer iniciativas que promuevan el acceso equitativo y sustentable al agua. En este sentido, desde el Club de Roma Argentina venimos desarrollando más de 20 proyectos en comunidades vulnerables de Salta, Chaco, Santiago del Estero y Misiones, donde la falta de acceso al agua es un problema crónico. A través de la instalación de molinos de bombeo, cisternas para la captación de agua de lluvia, sistemas de filtrado y bombas de émbolo, estas intervenciones han mejorado la disponibilidad de agua potable en regiones aisladas.
El trabajo con las comunidades es clave para garantizar la sostenibilidad de estos proyectos. La capacitación en el uso y mantenimiento de las tecnologías implementadas permite no solo garantizar el acceso continuo al agua, sino también fortalecer la autonomía de las poblaciones en la gestión de sus propios recursos hídricos.

El Día Mundial del Agua 2025 nos convoca a repensar nuestra relación con este recurso esencial. La protección de los glaciares es solo una arista del problema; se requiere un enfoque integral que aborde la crisis hídrica desde una perspectiva climática, social y política. Sin un compromiso firme por parte de gobiernos, empresas y la sociedad civil, la desigualdad en el acceso al agua seguirá profundizándose, poniendo en riesgo no solo la salud y el bienestar de millones de personas, sino también la sostenibilidad del planeta.
Para conocer más sobre las iniciativas del Club de Roma Argentina, visita:https://www.clubderoma.org.ar/red-de-biosistemas
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